La mitología mixteca es y comparte muchos elementos con el resto de las tradiciones mesoamericanas. Al igual que en el caso de los mexicas o los mayas, los mixtecos también creían que vivían en la era de un Quinto Sol y que, antes de su tiempo, el mundo había pasado por una serie de creaciones y destrucciones. En el principio, la tierra era un caos, en el que todo se hallaba confundido. Los espíritus de las fuerzas creadoras volaban en el aire. Se conocen por sus nombres calendáricos, asentados en los códices producidos por este pueblo. Estos espíritus eran Uno Venado-Serpiente de Jaguar y Uno Venado-Serpiente de Puma. Son los correspondientes mixtecos de Ometecuhtli y Omecíhuatl, los Señores Dos, que representan el principio dual de todo el universo. En el mito mixteco, estas dos divinidades separan la luz de la oscuridad, la tierra del agua, el arriba del abajo, y crean a los cuatro dioses creadores que habrían de dar nacimiento a los otros y a la humanidad, que fue creada a base de maíz.
Alrededor del tercer milenio a.C. aparecieron los primeros poblados agrícolas en la región, cuya economía estaba basada en los cuatro cultivos básicos mesoamericanos: el chile, el maíz, el frijol y la calabaza.
El restablecimiento del antiguo sistema de organización política en pequeños estados implicó el renacimiento de los conflictos entre algunos de ellos o el establecimiento de alianzas o confederaciones. Por esta época, la Mixteca —y en especial la Mixteca Alta— era una de las regiones más prósperas de Mesoamérica. Exportaba artículos de gran lujo a otras regiones, como la cerámica policroma, arte plumario, orfebrería, tallas en cristal de roca, hueso y madera; así como bienes de subsistencia propios de las regiones tropicales y las zonas de clima templado
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